En una
vieja página de los 50, leo:
En verdad ya nadie
espera al poeta. Lo que la mayoría de la gente espera es la última máquina de
muerte que haya sido fabricada, la última noticia chillada por la prensa, el
último asesinato, el último récord, la última razón de odiar. Sin embargo, los
poetas tenemos que seguir hablando.
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En la “…tierra sola,/
pobre de sus riquezas, de sus oros”, en el “pobrísimo país de la Fortuna”, un
poeta.
Juan Liscano, quien dialogó
con todos y a todos ofreció sus luces, hoy cumple cien años.
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Su poesía y sus ensayos,
su labor crítica, sus polémicas, su Fiesta de la Tradición, conforman un
valioso aporte intelectual a la cultura venezolana, que no deberíamos olvidar.
Esa noble trayectoria quedaría incompleta si no mencionáramos también, en lugar
destacado, su generosa obra de editor y no dijéramos las dos palabras que la
encarnan: Zona Franca, revista que en sus tres etapas abrió puertas y
caminos, con excelencia y sin mezquindades.
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