viernes, 7 de marzo de 2014

Al amigo alemán




Aunque procuremos no herir al amigo alemán de Camus que todos tenemos, hay cosas que no pueden omitirse. Claro, hay modos de decirlas. Una vez más, ensayemos otra.

Es una historia conocida. Todos recordamos que ante la debacle que se le avecinaba a la revolución, Robespierre decidió incrementar el uso de la guillotina, pero la carnicería apresuró los hechos, y no sólo rodó su cabeza, sino también la de quien, por su enorme talento, debió haber advertido la tragedia. Lastimosamente, el intelectual enceguecido aplaude al ciego y termina siendo más jacobino que el jacobino, quien, sin decirlo de manera explícita, lo que está pidiendo por piedad, es que lo moderen.
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Las tragedias suponen una fatalidad, pero ésta se hace visible sólo en el desastre. Ojalá no estemos tocando a su puerta.

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